ESPIRITUALIZAR LAS PIEDRAS
Apuntes sobre la búsqueda de sentido en la arquitectura contemporánea.
La propuesta se fundamenta en la dupla necesidad / sentido, que caracteriza la arquitectura desde su génesis.
El postulado de Funcionalidad sirve de una manera introductoria, como una expresión fácilmente comprensible
del tema:
Podríamos ejemplificarlo con una escalera, donde la razón de ser (o sentido) es el acceso a un nivel distinto del que estamos, y cada uno de sus peldaños esta estrictamente relacionado con la medida del pie y la pierna humanos, la baranda aparece como complemento y merece el nombre de tal, cuando se la ubica en una posición relativa y a una distancia de los escalones que permite complementar la tarea de transitarla con la ayuda de las manos.
Podríamos así llegar a la descripción de la nariz del escalón, el rellano, o las zancas, o sea que a través de la búsqueda de sentido encontramos una necesidad que predetermina la forma adoptada, de donde se deduce que, en tanto más conocemos sobre un tema dado, más nos acercamos a la génesis (o el espíritu) que lo animó.
La tarea que resulta finalmente es darle el sentido a la realización, como en un sistema lógico simple:
Un para qué, honesto, conciente; un revisar así, minuciosamente la solución adoptada de una manera en que “cumpla” o exprese mediante su utilidad o forma (como en el caso de la escalera), su necesidad de ser.
Pero, si bien el funcional es un método racional que expresa una relación lineal entre necesidad de uso y sentido formal, muchas veces como método productivo resulta insuficiente, debido principalmente al carácter binario que promueve su sistema analítico.
De esta manera la relación que se establece entre forma y función -tal cual nos propone la lectura esquemática de una arquitectura moderna-, no podría ser desarrollada de una manera productiva sin utilizar la tecnología como catalizador, a la que fatalmente se le termina adjudicando un rol de la altísima complejidad, ya que a ella le compete la materialidad toda.
Las alternativas post-modernas tienden reemplazar el rol central del catalizador, por alternativas que resuelvan la relación entre forma, función y tecnología, con conceptos como historia, contexto, evolución, o ruptura, por citar algunos. Que, si bien resuelven el problema del sentido, tienden a complejizar su interpretación, de modo que la búsqueda resulta poluida por conocimientos a priori, muchas veces externos a la cosa en si, que terminan por dejarnos en un vacío de interpretación, que redundan en un des-iteres o des-conocimiento de los valores o conceptos que se intentaba reivindicar.
La vuelta al origen, resultaría de entender que la arquitectura es una herramienta para resolver problemas complejos, inherentes a las actividades del hombre en su medio físico, y que, manifiesta en su materialidad el sentido profundo para lo que fue creada, lo comparte, lo vuelve útil y necesario, y de esa manera socializa y reivindica su existencia.
Ahora, ¿que hacer como arquitecto con todo esto?
-En un principio, sacrificarse y banalizarlo.-
Porque es su deber hacer como si no fuera así, para poder ocuparse entonces de las necesidades, del tornillo, de que las cargas se trasmitan correctamente, de que la mayor cantidad de las partes que constituyen la obra se encuentren en su lugar, revisadas, dibujadas y adecuadas a una finalidad. Porque sabemos, en lo profundo, que estamos apoyados en una disciplina milenaria donde la mayoría de los problemas que se presentan ya tienen soluciones que nos marcan un camino, y donde la solución individual surge de una necesidad nueva, propia a la situación, dándole carácter*, asumiendo la decisión y animándose a transitar incertidumbres si fuera necesario, siempre dentro del marco disciplinar, y verificando constantemente que este correctamente ejecutada, que no pierda el espíritu que la animó.
*del cómo, surge la manera personal de dar respuesta, ya sea adscribiendo a un movimiento cultural determinado y/o considerando que la propuesta esta en el oficio de resolverla.
. Febrero 2006
Eugenio Xaus.